Los problemas de matemáticas no tienen por qué partir de enunciados escritos. Pueden hacerlo desde la vida cotidiana y qué mejor forma que utilizando materiales que se puedan tocar y manipular, permitiendo experimentar con ellos, como en otras ciencias.

No todas las personas son receptivas a tratar de indagar en la resolución de un problema (aunque tenga un planteamiento especialmente curioso), a escuchar una charla (aunque el tema resulte interesante), a pensar en una estrategia de juego, etc. Sin embargo, cuando inicias un tema a partir de una pregunta basada en una actividad manipulativa, captas rápidamente la atención y todos tratan, en mayor o menor medida, de responderla.

Con esta idea en mente, el objetivo final de la actividad trata de ir más allá, persiguiendo crear habilidades divulgativas en el propio alumnado que les permita, además de conocer lo que están comunicando y aprender a transmitirlo, acercar las matemáticas no solo a ellos mismos sino a otros compañeros, su familia, y al público general, modificando las actitudes de rechazo habituales frente a este área de conocimiento.